“En economía, para entender el mundo, creo que hay que leer, sin ninguna duda, La acción humana de Mises. Es un libro que hay que dedicar un año a leerlo y quizá, incluso, releerlo”, Álvaro Guzmán de Lázaro, Socio Fundador y Codirector de Inversiones de Azvalor.
Publicado por primera vez en 1949, La acción humana constituye la obra cumbre del economista austriaco Ludwig von Mises y una de las piedras angulares del pensamiento liberal clásico del siglo XX. Más que un tratado de economía, es una profunda reflexión sobre la naturaleza de la acción humana y sobre los fundamentos filosóficos que sostienen la vida económica, social y política.
En el corazón de la obra se encuentra la idea de la praxeología, término acuñado por Mises para designar la ciencia general de la acción humana. Toda acción, sostiene el autor, implica que el individuo busca pasar de un estado menos satisfactorio a otro más satisfactorio; actúa para mejorar su situación. A partir de este principio simple, Mises construye una arquitectura teórica monumental que abarca el valor, los precios, el dinero, el mercado, el capital, el interés, el emprendimiento y el ciclo económico.
«La economía no se ocupa de cosas ni de objetos materiales. Se ocupa de los hombres, de sus significados y acciones. Los bienes, las mercancías, la riqueza y todas las demás nociones de esta clase son productos de la mente humana», Ludwig von Mises
Según Mises, los fenómenos sociales no pueden ser analizados como si fueran hechos físicos repetibles: son el resultado de elecciones humanas, cargadas de intencionalidad y valoraciones subjetivas. De ahí deriva su crítica al positivismo económico, que pretende aplicar métodos propios de la física a la economía. Para Mises, los intentos de matematizar o “ingenierizar” la sociedad ignoran la esencia misma de la acción humana.
Uno de los pilares del libro es la defensa de la economía de mercado como el único sistema compatible con la libertad individual y el progreso social. Mises argumenta que el mercado no es una construcción artificial ni una imposición política, sino una consecuencia espontánea del intercambio libre entre personas. En él, los precios actúan como señales que transmiten información dispersa, coordinando los planes de millones de individuos sin necesidad de una autoridad central. La planificación estatal, por el contrario, distorsiona esos precios y conduce, inevitablemente, al desperdicio de recursos y al empobrecimiento general. “Donde no hay mercado, no hay precios; y donde no hay precios, no hay cálculo económico”, afirma con contundencia.
A pesar de su densidad teórica, su estilo es riguroso pero no árido, con una claridad argumental que revela el empeño pedagógico del autor. Mises combina la precisión del economista con la hondura del filósofo moral, mostrando que la economía no puede separarse de una concepción más amplia del ser humano como agente libre y responsable. Hoy, más de siete décadas después de su publicación, La acción humana sigue siendo un texto de referencia ineludible para comprender la lógica del mercado y las bases intelectuales de la libertad económica.
Mises nos recuerda que la sociedad no es una máquina que pueda regularse desde fuera, sino una trama viva de acciones humanas. Defender el mercado, para él, equivale a defender la libertad misma: la posibilidad de que cada individuo decida, cree, emprenda y asuma la responsabilidad de sus propios actos. Esa convicción confiere a La acción humana un valor perdurable, no sólo como obra de ciencia económica, sino como un alegato en favor de la dignidad del hombre libre.