Fernando Bernad, Codirector de Inversiones y Socio Fundador de Azvalor, visita el programa Tu Dinero Nunca Duerme para hablar sobre uno de los hitos más relevantes en la evolución reciente de la gestora: su transición desde un modelo identificado como “gestora de autor” hacia una organización plenamente institucionalizada, apoyada en procesos, cultura y método compartidos por un amplio equipo.
Fernando explica que esta transformación no responde a una decisión repentina, sino a la culminación natural de un trabajo sostenido durante años. “Es realmente sancionar una cosa que ya venía pasando desde hace algo más de un año y en la que venimos trabajando desde hace mucho tiempo”, señala. En su opinión, toda firma que aspire a perdurar debe superar la fase inicial, inevitablemente marcada por la figura de los socios fundadores, para dotarse de una personalidad propia que trascienda a las personas concretas.
En el caso de Azvalor, que celebra su décimo aniversario, este proceso se ha traducido en la consolidación de una cultura de inversión sólida, unos métodos explícitos y unos procesos robustos que permiten que las decisiones no dependan de uno o dos individuos. “Las firmas buenas luego superan esta etapa… se tienen que dotar de unos procesos y de una cultura que superen a las personas que la empezaron”.
Todo ello se articula a través del denominado “Método Azvalor”, que ha sido sistematizado, enseñado, practicado y contrastado por todo el equipo.
El departamento de inversiones ejemplifica bien esta evolución. Si en los primeros años las decisiones recaían fundamentalmente en los fundadores, hoy son el resultado del trabajo coordinado de un equipo de quince profesionales, repartidos entre Madrid y Londres, con siete gestores que participan directamente en la toma de decisiones. Todo ello se articula a través del denominado “Método Azvalor”, que ha sido sistematizado, enseñado, practicado y contrastado por todo el equipo.
Uno de los pilares de este modelo es el funcionamiento colegiado de las decisiones relevantes, especialmente a través de las stock sessions, foros en los que las tesis de inversión se someten al escrutinio crítico del conjunto del equipo. El objetivo no es confirmar ideas preconcebidas, sino someterlas a prueba: “Nos gusta siempre la ruta corta al no y la larga ruta al sí”.
La profesionalización alcanza también a la captación y desarrollo del talento. Bernad detalla un exigente proceso de selección que incluye varias fases de entrevistas, pruebas psicotécnicas, exámenes prácticos, análisis de casos reales y presentaciones ante todo el equipo. Un proceso que, en sus propias palabras, “es casi un máster en sí mismo” y que busca evaluar no solo conocimientos técnicos, sino capacidad de síntesis, resistencia a la presión, habilidades de comunicación y, sobre todo, alineamiento con la cultura de la firma.
Este enfoque refuerza la sostenibilidad del proyecto a largo plazo y reduce riesgos habituales en las gestoras de autor, como el denominado key man risk. Además, aumenta notablemente la capacidad de análisis de Azvalor. Actualmente, la firma maneja un “banquillo” de unas 250 compañías profundamente analizadas, preparadas para incorporarse a cartera cuando se den las condiciones adecuadas. “Cuantas más piedras levantes, más posibilidad de encontrar un cangrejo debajo”, cita Bernad, evocando a Peter Lynch.
Tras una década que califica como especialmente compleja para el value investing, la gestora cierra el año con resultados sólidos, cercanos al 20 % en el fondo internacional y al 30 % en el ibérico, lo que refuerza la validez de su enfoque a largo plazo. Fernando Bernad se muestra razonablemente optimista respecto al futuro, al considerar que los años de “viento de cara” podrían dar paso a un entorno más favorable, y subraya que las carteras cotizan con un amplio descuento frente a su valor estimado, ofreciendo un elevado potencial a largo plazo.
En un contexto marcado por bolsas en máximos, renta fija con retornos reales limitados y una inflación persistente que penaliza el efectivo, Fernando Bernad advierte de la dificultad de encontrar refugios reales para el ahorro. Frente a ello, Azvalor aspira a ofrecer una alternativa basada en compañías infravaloradas, balances sólidos y disciplina inversora, concebida como un refugio racional para preservar y hacer crecer el capital a largo plazo.