Ha muerto un genio, y un hombre bueno. Su legado lo abarca casi todo. Lo ha dejado en forma de citas principalmente, pues tenía el don de sintetizar lo esencial en pocas palabras, siempre con un toque humorístico.
En el campo de las inversiones fue capaz de convencer a Warren Buffett para que comprara negocios de mejor calidad, aunque eso fuera a costa de pagar un poco más. Pero su sabiduría es infinitamente más vasta.
Su regla de oro en lo ético consiste en estar a la altura de lo que uno desea. (“The safest way to try to get what you want is to try to deserve what you want. It’s such a simple idea. It’s the golden rule”) y esforzarse al máximo por mantener un nivel alto de objetividad siempre, aunque para ello se requieran sacrificios, como alguna dosis de impopularidad (“Acquire worldly wisdom and adjust your behavior accordingly. If your new behavior gives you a little temporary unpopularity with your peer group… then to hell with them.”). Y por supuesto, mucho trabajo y total honestidad (“Hard work, honesty, if you keep at it, will get you almost anything”).
¡Qué regalo para los jóvenes del mundo actual en que vivimos!
Sus consejos para la vida laboral pasan por no dejar nunca de aprender (“The game of life is the game of everlasting learning. At least it is, if you want to win”), y desarrollar una genuina pasión alrededor del por qué suceden las cosas (“You need to have a passionate interest in why things are happening”). Para ello, no concibe otro camino que lectura, mucha lectura, siempre lectura. (“In my whole life, I have known no wise people –over a broad subject matter area– who didn’t read all the time –none, zero… You’d be amazed at how much Warren reads– at how much I read. My children laugh at me. They think I’m a book with a couple of legs sticking out”). Quizás aquí su recomendación más específica fue la de acumular en la cabeza modelos mentales de la psicología, la medicina, la ingeniería y otras disciplinas, y acudir a ellos en serie a la hora de enfrentarse al diagnóstico y resolución de un problema (“You’ve got to have models in your head and you’ve got to array you experience –both vicarious and direct– onto this atticework of mental models”).
Pero quizás es el punto de humildad que desprende Charlie lo que más pasión despierta de su persona. Su respuesta a la mayoría de las intervenciones de Buffett en la junta anual (“I have nothing to add”) arrancaba ovaciones y dibujaba sonrisas en el auditorio. El nunca absolutizó la rentabilidad en Bolsa como el más alto de los fines humanos (“If all you succeed in doing in your life is to get early rich from passive holding of little bits of paper, and you get better and better at only that for all your life, it’s a failed life. Life is more than being shrewd at passive wealth accumulation”). Y ni siquiera ser el primero en el “juego” del mercado le parecía vital (“Someone will always be getting richer faster than you. This is not a tragedy”).
Pero acaso cabe preguntarse qué es lo que hacía único a Charlie por encima de casi todos los personajes financieros de la historia. Y quizás sea porque nos animaba como seres humanos a ser la mejor versión posible de nosotros mismos: trabajadores, honestos, y apasionados en el aprender; generosos después con el conocimiento adquirido, prudentes en lo financiero, sencillos y bienhumorados en la vida.
Gracias Charlie, por tantos buenos consejos que el mundo nunca ya olvidará.
Socios fundadores y co-directores de Inversión de Azvalor Asset Management